El clima y el huerto

La longitud y la latitud marcan nuestra posición en la superficie del planeta tierra, y ese punto está caracterizado por un clima determinado. El clima de nuestra zona de cultivo determinará nuestro tipo de huerto, que plantas se adaptarán a nuestras condiciones y en qué momento. Por tanto, podemos decir que la influencia del clima es uno de los factores más importantes en la toma de decisiones en horticultura. La luz y la temperatura a lo largo del año, y factores como la lluvia o el viento, condicionan nuestro huerto en decisiones tan importantes como qué plantar y cuándo.

Dentro de la agricultura, la horticultura se distingue por ser capaz de modificar factores climáticos y conseguir mejores condiciones para nuestros cultivos. Invernaderos, túneles y mantas térmicas consiguen regímenes de temperaturas diferentes a los que la naturaleza proporciona. Los riegos y acolchados permiten mejorar la disponibilidad de agua de los cultivos, y los paravientos protegen nuestras plantas. A otros niveles, el horticultor puede modificar la luminosidad para conseguir más horas de luz mediante lámparas especiales o incluso, mediante fertilización carbónica, modificar el nivel de CO2, para mejorar el desarrollo y productividad de las plantas.

La luz y el huerto. Las plantas son mágicas

A veces nos olvidamos de lo que son capaces las plantas: convierten la materia inorgánica en materia orgánica. Son capaces de absorber elementos simples como el carbono, el nitrógeno, el fósforo y el potasio y convertirlos en aminoácidos y proteínas. Este proceso se denomina fotosíntesis y para ello es básica la luz.

Las plantas necesitan luz para crecer y desarrollarse. Por eso, es recomendable un entorno lo más soleado posible. Nuestro huerto, en la medida de lo posible, deberá estar orientado hacia el sur (si vivimos en el hemisferio norte) y evitar las proyecciones de sombras.

La temperatura y el huerto

De todos los componentes climáticos, la temperatura es, sin duda, el más importante. De ella dependen todos los procesos de crecimiento de las plantas.

Las plantas tienen un punto óptimo de temperatura para su crecimiento. Por encima o por debajo de este punto y a medida que las temperaturas van siendo más extremas se llega a un punto de crecimiento cero. A partir de ahí, si continúa subiendo o bajando, se llega a un punto crítico en que cada planta tiene una temperatura límite de supervivencia. El límite para el frío lo marca la congelación de la planta y para el calor la desnaturalización de sus proteínas.

Para un tipo de clima mediterráneo o continental, deberemos escoger tipos de plantas adaptadas a la temperatura de nuestra zona que nos darán producciones en función de la época del año en que nos encontremos. Básicamente estableceremos plantas para producciones de invierno, como por ejemplo, guisantes y coliflores; y de verano, como los tomates o los melones; aunque también podremos producir ciertos cultivos durante todo el año, como las lechugas.

En el cultivo hortícola forzado, el horticultor interviene modificando la temperatura en el entorno del cultivo. Por ejemplo, con un pequeño invernadero podremos conseguir temperaturas más agradables para nuestras plantas y producciones más tempranas o más tardías.

 

Invernadero Fitoralia con cama caliente y calefaccion aerea
Invernadero Fitoralia con cama caliente y calefacción aérea

 

Detalle de tuberías de agua caliente por debajo de los semilleros
Detalle de tuberías de agua caliente por debajo de los semilleros

Mención aparte merece un concepto climatológico como son las heladas. Cuando la temperatura del aire desciende de 0º C se produce una helada, tanto más severa cuanto mayor es el descenso térmico y su duración. La helada afectará a la planta según su temperatura mínima de supervivencia.

Una forma efectiva de establecer nuestro calendario de siembra es conocer la época libre de heladas de nuestra zona de cultivo. A medida que va avanzando el año y las temperaturas se suavizan, en función de nuestra latitud (cuanto más al norte, más frío) y de nuestra altitud (cuanto más alto más frío) sabremos cuándo el riesgo de heladas es bajo. Éste es un buen momento para marcar en nuestro calendario de cultivo el inicio de la plantación de nuestras plantas más delicadas, por ejemplo lo que llamaremos el huerto de verano: tomates, pimientos, berenjenas, pepinos, calabacines, etc.

El agua y el huerto

De todos es sabido que el agua es parte esencial de la vida. En las plantas proporciona la vía por la que los elementos nutritivos se mueven y es un componente esencial de la red de tejidos.

En la naturaleza el agua aparece en diferentes estados y su influencia en el huerto es importante en cada uno de ellos.

Uno de esos estados es el vapor de agua atmosférico o humedad relativa. El rocío y una humedad relativa alta durante periodos de tiempo prolongado pueden favorecer la aparición de enfermedades causadas por hongos. Este efecto se da fácilmente en nuestros pequeños invernaderos, por lo que una buena ventilación es más que aconsejable cuando se den estas circunstancias.

Otros estados del agua que pueden causar efectos negativos sobre nuestros cultivos son la nieve y los granizos. La lluvia, si no es en exceso, nos proporcionará un aporte de agua de forma natural muy beneficioso para nuestros cultivos. Lamentablemente, en ocasiones un exceso de precipitaciones puede provocar inundaciones y tener consecuencias negativas. Un encharcamiento prolongado puede causar la muerte de la planta por falta de oxígeno en las raíces. Este efecto se conoce como asfixia radicular. Un exceso de humedad relativa provocada por lluvias frecuentes también puede ser causa de ataques de hongos en nuestros cultivos.

El viento y el huerto

La acción del viento tiene consecuencias positivas y negativas para nuestros cultivos. Como ya hemos dicho, un exceso de humedad relativa puede ser causa de enfermedades producidas por hongos; por tanto, una ligera brisa reducirá esa humedad y secará el exceso de agua en las hojas de nuestras plantas. Por otro lado, demasiado viento puede dar lugar a lesiones por sequedad en plantas muy tiernas y, sobre todo, si sopla intensamente, puede producir daños en nuestras estructuras de cultivo y sobre las propias plantas.

Efectos del viento sobre invernadero
Efectos del viento sobre invernadero

 

Àngel Villarino
CEO & PA Fitoralia