La poda de los frutales. Qué, Cómo, Cuándo y Por qué.

Pero vamos a ver: ¿PARA QUÉ PODAMOS?

Pues eso, que se espabilen solos ¿son árboles no? Si estuvieran en un bosque no los podaría nadie…

Reconozcámoslo, esto de la poda es un invento de los fabricantes de tijeras para vender más…

Bueno, al fin y al cabo los frutales tampoco son árboles silvestres… son producto de la influencia del hombre y su domesticación y selección a lo largo del tiempo. Y es que el Homo sapiens, cuando se asentó para dejar de ser nómada, seguro que se plantó una higuera para echarse las siesta después de comer mamut o lo que sea que comiesen por entonces. Y claro si la higuera hacía higos gordos, pues mejor, no se va a plantar los de la aldea de al lado que son pequeños y agrios ¿no? Que sabrán esos de higos… y así.

Y si le corto unas ramas aquí y allá para poder coger los higos sin tener que subirme a una jirafa pues mejor ¿no?, que seremos primitivos, pero no tontunos…

Y es que nos hemos dado cuenta (así somos de listos, por algo nos apellidamos sapiens) de que si podamos, somos capaces de formar la estructura del árbol a nuestro gusto y conveniencia (y dejar unas ramas estupendas para colgar la hamaca), de regular la cosecha para que sea más uniforme y de mejorar la calidad de los frutos. Para todo eso sirve la poda y sólo hacen falta unas tijeras (malditos fabricantes, siempre creando necesidades para colocarnos sus productos de consumo!!!). ¿Vale la pena, no?

Venga va, al lío:

Tenemos en casa uno de los frutales de Fitoralia, y claro, hay que podarlo un día u otro…

Básicamente, definimos dos tipos de poda: la de formación y la poda de mantenimiento. Además, podemos podar en invierno (parada vegetativa) y en verano (poda en verde). La primera, se hace durante los primeros años de vida del frutal y sirve para fijar la estructura del árbol. La segunda, nos proporcionará las condiciones necesarias para que el árbol fije la producción de forma regular y en condiciones óptimas.

Alineación de olivos en plena producción.

En la poda de formación decidiremos qué estructura queremos para nuestro árbol para que sea capaz de soportar las futuras producciones. La más tradicional, y la que me parece más apropiada para un huerto de aficionado, es la estructura en vaso, sin eje central. Se trata de formar el árbol como si se tratara de una copa de cava. El tronco será corto y las ramas abiertas dejarán entrar la luz en las ramificaciones interiores (tres o cuatro principales que se dividirán en secundarias, etc). Tenemos un montón de otras estructuras, algunas con eje central del que van saliendo ramas: en pirámide, en huso (éstas son recomendables en cerezo y en nogal) y otras apoyadas en estructuras portantes como las formas en cordón o palmetas, más destinadas a la mecanización de la cosecha.

Normalmente, cuando compramos un frutal ya con un par de años de vida, la estructura ya viene marcada por el nosotros los viveristas, así que ya os hemos hecho la mitad del trabajo, que no se diga que no os hacemos favores. Se recomienda cortar poco en los primeros años, únicamente las ramas que van hacia el interior y dejamos las que van hacia fuera. Hay que tener en cuenta que lo que queremos es que el árbol crezca rápido. Mientras más madera tenga, más crecimiento vegetativo sostendrá y más rápido se desarrollará.

Peral de dos años con estructura de formación en vaso.

Cuando ya hemos formado un arbolito que no parece salido de un cuadro de Dalí, empieza la poda de mantenimiento. La poda de mantenimiento tiene dos objetivos. Uno, eliminar ramas para que mejore la nutrición de sus vecinas y tenga mejor iluminación. Y dos, controlar el crecimiento del árbol para que se mantenga en medidas razonables, a una escala humana. La idea es que no tengamos que llamar a los bomberos para poder coger unas peras (lo de la jirafa es más difícil si cabe). La poda de mantenimiento debe eliminar las ramas secas y rotas, las que se alejan en exceso del perímetro que le marcamos al árbol, las que se elevan por encima de donde no podemos acceder a la producción y todas las ramas que crecen hacia el interior del árbol, especialmente las que son verticales y que suelen ser muy vigorosas (chupones) y no fijan producción. Una vez hecho esto, debemos eliminar aquellas ramas que crecen excesivamente juntas, decidiéndonos por una de ellas.

Antes de empezar a podar, un consejo sobre cómo se han de hacer los cortes. Si hacemos poda de aclareo y queremos eliminar un ramo, debemos cortar por el punto de inserción de la rama de la que sale, sin dejar un trocito de palo (si hacemos un corte alejado de una yema que nos haga de tirasavias, produciremos un tocón, es decir, un trozo de rama seca que puede provocar la entrada de hongos en el frutal). El corte debe ser al ras, siempre que queramos eliminar toda la rama. Si lo que queremos es provocar una brotación a partir de las yemas que dejamos al cortar una rama, la poda es de despunte.

Pero, ¿por dónde corto?

Despunte.

Corte por el punto de inserción.

Otro consejillo. Toda rama más gorda que un pulgar debería pintarse con masilla protectora de poda para evitar la entrada de hongos en la madera por la herida de corte.

Tocón producido por un corte alejado de una yema que actúe como tirasavias.

Venga, ahora un poco de esfuerzo, ya que tenemos que cortar, tendremos que conocer qué es lo que podamos ¿no?

Los frutales tienen diferentes estructuras vegetativas y no todo lo podemos definir como “ramas”. Por lo tanto, vamos a definirlas, ¿habrá que saber que es una brindilla, un dardo y una lamburda? ¿no? No, no son armas medievales ni me he inventado los nombres tras ver Juego de Tronos…

Digamos que a todo lo que produce un árbol durante un año lo llamamos ramos, y que esos ramos hay algunos que son «Vegetativos» (solo producen hojas) y otros «Fructíferos», que son los que llevan yemas de flor (son más gordas). Al año siguiente esos mismos ramos crecen de nuevo y pasan a llamarse ramas. Así somos los sapiens, poniéndoles nombre todo…

Volvamos a los ramos, entre los «Vegetativos» podemos definir:

  • Ramos de madera: Todas las yemas son de madera y tienen más de medio metro de longitud.
  • Chupones: Es un ramo vertical con mucho vigor, puede alcanzar mucha altura y grosor.
  • Brindillas: Ramos de menos de 40 cm y de 1 cm de diámetro grosor en su base.
  • Dardos: Ramo muy corto como mucho unos cinco centímetros.

Dardo en Ciruelo.

Ramo de madera en melocotón.

Entre los ramos “Fructíferos” tenemos:

  • Ramos mixtos, como el ramo de madera, pero este tiene también yemas de flor.
  • Chifonas, ramos cortos de menos de 50 cm, todas las yemas son de flor menos la última que es de madera.
  • Brindillas coronadas, una brindilla normal, pero en la punta tiene una yema de flor.
  • Ramos de mayo, es muy corto, de 3-5 centímetros y un montón de yemas de flor
  • Dardos coronados, un dardo acabado en una yema de flor.
  • Lamburdas, no se trata de un arma medieval, es un dardo de dos o más años que ha ido creciendo, está como viejuno y su yema terminal es de flor.

Ramo de mayo en cerezo.

Clásica distribución de yemas en ramo mixto de melocotón, dos de flores y una central de madera.

No os volváis locos buscando todos estos ramos en un mismo árbol. Algunos son característicos de ciertos tipos de frutal. Las brindillas, dardos y lamburdas son típicos de frutal de pepita (pera, manzana…). Y los ramos mixtos, chifonas y ramilletes de mayo, son de frutales de hueso (melocotón, cerezo…). Por tanto, cada tipo de frutal tendrá una técnica de poda más o menos específica que intentará potenciar sus características para mejorar la fructificación.

Chifona en cerezo.

Brindilla coronada, manzano.

Los frutales de pepita se suelen podar sobre todo los ramos de madera y las brindillas y dejamos dardos y lamburdas. Si aparecen muchas brindillas coronadas, eliminaremos las más débiles.

Dardo coronando en manzano.

Si tenemos ramos de madera podemos podar para buscar que se produzcan ramos fructíferos. Para ello, se despuntan dejando las 3 ó 4 yemas más próximas al punto de inserción. Lo que producirá durante el año será el crecimiento de la yema más alejada a ramo de madera y las otras dos o tres en brindillas o dardos que podrán evolucionar a estructuras de flor.

La poda de los frutales de hueso es diferente, hay que dejar todos los ramos de mayo en aquellos frutales de fruta pequeña como cerezos, albaricoques o almendros, pero eliminarlos en melocotón, albaricoque tardío o ciruelos, ya que las flores son muy arracimadas y no dejan desarrollar el fruto. Para estas variedades, lo ideal es fijar la producción en ramos mixtos que tienen más estructura para aguantar el peso y el desarrollo, por lo que la poda tiene que estar dirigida a potenciarlos.

Cuando tenemos delante un ramo mixto y hay que podarlo podemos hacer tres cosas, bueno cuatro si contamos la opción de mandar las tijeras bien lejos y buscar la hamaca de la higuera un rato…

En fin pongamos que nos decidimos a cortar, tres opciones, como decíamos:

Poda española: buscamos la primera yema de madera de la mitad del ramo hacia adelante y cortamos (despunte). Durante ese año, ese ramo producirá frutos y como mínimo uno o dos ramos mixtos más. La poda al año siguiente es hacer lo mismo con el ramo más próximo y cortar totalmente el alejado.

Poda francesa, en gancho o Gouyot: dejamos la mitad de los ramos mixtos intactos (o se despunta largo) para que fructifiquen y despuntamos a dos yemas los otros. Así cosechamos de los primeros y los segundos generarán dos ramos mixtos para el año próximo. En la próxima poda, se eliminan las ramas que fructificaron el año anterior y dejamos de nuevo uno de los ramos mixtos de este año (o se despunta largo) y el otro, de nuevo, se corta a dos yemas.

Poda americana: dejamos los ramos más largos sin despuntar. El peso de la fructificación durante el año los arqueará y provocará el crecimiento de los brotes en la zona del arqueo del ramo. El próximo año seleccionamos el más guapo y cortamos la rama sobrante que ya ha fructificado.

Poda en ramos mixtos en frutales de hueso. Fuente: Fruticultura MP 2004 Manuel Agustí.

Si aparecen ramos de madera entre los ramos mixtos los eliminaremos. Cuando sean prolongaciones de ramas principales, los despuntaremos a unos 30-40 cm para que produzcan nuevos mixtos. Si aparecen chifonas coronadas, o no, las quitamos; son ramos flojuchos que no aguantan el peso del fruto.

En cuanto a la poda de verano o poda en verde, si hemos hecho bien la poda de invierno, básicamente pretende la eliminación de rebrotes, chupones, ramas rotas o que se crucen en exceso. En frutales de hueso muy vigorosos, se quitan ramos que puedan competir con el desarrollo de los frutos.

Cada especie (incluso cada variedad) tiene tipos de poda más o menos específicos. En albaricoques y melocotoneros las podas suelen ser severas. En cambio, los cerezos se suelen podar después de la cosecha, siempre de forma suave, nunca durante el invierno (solo para ramas secas o rotas), ya que les cuesta mucho cicatrizar y podemos producir infecciones. En el caso de poda de formación del cerezo, hay que hacerlo justo antes de brotar.

En cítricos, las podas son moderadas para quitar ramas secas, rotas o chupones y reducir el vigor de las ramas para mantener los árboles en medidas razonables.

El olivo fija la producción en los ramos de madera que hizo el año anterior, por lo que si le quitáis en exceso, no producirán mucho ese año. Por tanto, la poda será suave y moderada. Cuando esté muy espeso de rama, sí será necesario realizar una poda más profunda de rejuvenecimiento.

En níspero, podaremos tras la cosecha y eliminaremos el esqueleto de las inflorescencias de los frutos.

En caqui, se dejan las ramas del año sin despuntarlas y se eliminan las excesivas. Si el ramo es muy vigoroso se despunta a 30-40 cm.

El granado produce en madera de la año anterior, como el olivo, por lo que la poda será de poco más que aclareo, sin despunte y eliminando ramas viejas y dejando las jóvenes.

La vid se poda a dos o tres yemas. Esto es, contáis los puntos donde estaban inseridas las hojas hasta ese número y cortáis dejando un tocón. Pero no dejéis más de una o dos por brazo principal. Se ha de tener en cuenta que de cada yema sale un sarmiento, y cada sarmiento tiene que llevar fruto. El número de sarmientos debe estar en consonancia con la estructura de la planta y su capacidad para darles desarrollo. Como media dejaremos unas doce yemas para doce sarmientos.

Las higueras se podan dejando dos ramas bien definidas para poder colgar la hamaca. Hay que procurar que las ramas donde fijan la fruta estén al alcance de la mano en posición de reposo desde la hamaca.

Por último, comentaros que hay otras estructuras vegetativas en los frutales, como por ejemplo estas púas de los azufaifos o jinjoleros destinadas a protegerse de los herbívoros (y de las jirafas???) y que en más de una ocasión han arrancado más de una maldición y algún que otro «mecagoentup…» por parte del podador.

Púas en jinjolero. Dignas de aparecer como elemento de tortura en Juego de Tronos.

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