Todo hortelano ha oído alguna vez consejos o instrucciones para que las labores del campo se acompasen con una determinada fase de la luna. La luna y sus efectos es una de esas discusiones clásicas en una reunión de aficionados al huerto. Este post intentará buscar si esa influencia tiene una base real y podemos establecer relaciones entre el estado de la luna y la germinación, crecimiento, floración y cosecha de los cultivos.
Ya aviso que este es un post largo, si sois impacientes desplazad la barra hasta el final y buscad las conclusiones, si tenéis un ratito y sentido del humor continuad leyendo.
“Avena sembrada en luna nueva sale blanca, en luna vieja sale negra”
Para poder analizar la influencia de la luna en los cultivos primero debemos conocer cuáles son los posibles efectos. Parece fácil, pero no lo es, en ocasiones los testimonios son contradictorios y dependen de las zonas (donde algunos siembran en creciente para otros es en menguante), algunas influencias parecen dignas de ser tomadas en cuenta y otras poco serias. Por tanto, la tarea ha sido bucear en toda la bibliografía a mi alcance para determinar y fijar unas directrices básicas. Finalmente he determinado unas cuantas influencias de la luna sobre los cultivos para las que los autores que las defienden ofrecen dos causas básicas: La luz de luna y el efecto marea.
La causa lumínica:
Según ciertos autores, la luz del sol reflejada en la luna activa procesos en los vegetales en función de si la cantidad de luz aumenta o disminuye. Este efecto regula procesos como la germinación, el crecimiento y la producción de los cultivos.
En “La luna, el sol nocturno en los trópicos y su influencia en la agricultura” Jairo Restrepo Rivera (http://www.slideshare.net/agriculturaorganica2013/la-luna-jairo-restrepo-rivera), que firma como Ingeniero Agrónomo, nos desgrana un seguido de causas y efectos para casi cualquier proceso del huerto (y de la vida). Con un estilo notablemente poético en el siguiente extracto nos explica el influjo sobre la germinación: “La luz lunar ejerce directamente una fuerte influencia sobre la germinación de las semillas, cuando sutilmente sus rayos luminosos penetran con relativa profundidad, al compararla con la fuerza de los rayos solares que no consiguen penetrarla en su intimidad.”
La cosa no queda ahí, en la penetración. Parece ser que la luz del sol es demasiado… impetuosa, el texto continúa así: “Perece que es el exceso de presión que ejercen los fotones solares sobre los vegetales lo que no permite los cambios nutritivos que las plantas necesitan para su crecimiento normal, quedando, por tanto, la misión de estímulos seductores a la luminosidad lunar para que las semillas germinen fuertes y sanas.”
El caso es que por algún motivo que no explica, una luz más débil es capaz de atravesar el suelo y llegar a las semillas: “La razón de todo esto radica en el aprovechamiento de la luz lunar, que si bien es más débil que la del sol, penetra más profundamente en el suelo.”
Finalmente, explica cual es el mejor momento para la siembra en función del estado de la luna, siguiendo el hilo argumental anterior debería decirnos que sembráramos siempre en creciente, para tener la mejor iluminación en nuestras semillas, pero parece ser que no, y es que entra en juego otro efecto de la luna en los cultivos, su influencia en el tipo de producción: “Las semillas y plantones que reciben más radiación lunar en la primera etapa de su vida brotan rápidamente, y desarrollan más hojas y flores. La mayor exposición a la luminosidad lunar durante la germinación se logra sembrando en el cuarto creciente. Por el contrario, lo que se siembra en menguante pasa los primeros quince días bajo una luminosidad lunar que tiende a cero, que estimula más el desarrollo de las raíces, retardando la floración y la fructificación.” Por tanto, si sembramos zanahorias en menguante, germinarán peor que en creciente, pero serán más grandes. Está claro.
El texto continúa evaluando la influencia de la luna en el crecimiento y la maduración en los vegetales debido a la causa lumínica. Argumenta que una mayor tasa fotosintética en creciente hasta plenilunio tiene efectos en el crecimiento de los vegetales y en su producción. La exactitud de la acotación del tiempo en los efectos es cuando menos sorprendente: “Después de los tres primeros días de la luna nueva hacia el cuarto creciente es cuando la luna influye más en el desarrollo vegetativo de los árboles frutales, retardándoles la fructificación, logrando su máxima expresión vegetativa en la luna llena. Mientras que tres días después de la luna llena hacia el cuarto menguante estimula y favorece la producción de frutos, retardando el desarrollo vegetativo de los árboles.”
No puedo dejarme atrás este efecto extraordinario que no he encontrado en el resto de bibliografía: “La luminosidad lunar y su relación con las lluvias. Con las fuerzas que vienen de la luna en los días del plenilunio ciertamente ocurre algo colosal sobre la Tierra: estas fuerzas se introducen en toda la vida vegetal (no podría hacerlo si no antecedieran los días de lluvia). La acción de la luna llena es impetuosa y potente en ciertas plantas después de días de lluvia y débil y escasa tras días en que ha brillado el sol.” Más o menos viene a decir que después de llover las plantas crecen más. Por supuesto, esto es debido a que la lluvia arrastra la fuerza de la luna y la introduce en las plantas. Está claro.
La causa “efecto marea”
La bibliografía lunera argumenta que la luna ejerce una fuerte atracción sobre la tierra a la que los líquidos y los vegetales, en cuanto a contenedores de líquido que son, no se pueden escapar.
En “La luna, el sol nocturno en los trópicos y su influencia en la agricultura” Jairo Restrepo Rivera nos lo explica: “La fuerza de atracción de la Luna, más la del Sol, sobre la superficie de la Tierra en determinados momentos ejerce un elevado poder de atracción sobre todo líquido que se encuentra en la superficie terrestre, con amplitudes muy diversas según sea la naturaleza, el estado físico y la plasticidad de la sustancia sobre las que actúan estas fuerzas. La atracción lunar establece un ritmo de presión y depresión de la savia de los vegetales.”
El efecto marea parece tener influencia en la circulación de la savia en planta y en el contenido de agua en éstas, del mismo libro: “Cuando cortábamos las maderas para las construcciones en la fase de cuarto creciente hacia luna llena, las maderas duraban muy poco, porque sus fibras estaban cargadas con el máximo de agua, que al secarse quedaban abiertas, blandas y llenas de aire. Las maderas se rajaban y resistían poco a la intemperie. Mientras si cortábamos las maderas en luna gibosa, tres días después de la luna llena hacia cuarto menguante, éstas nos duraban más y eran más resistentes al deterioro, porque las maderas tenían menos agua y al secarse sus fibras quedaban cerradas, resistentes al tiempo y a los insectos.”
Por lo tanto, en luna menguante hay un menor movimiento de savia que favorece la cicatrización de las heridas de poda. Sin embargo sí se recomienda podar en creciente si queremos estimular el rebrote vegetativo: “Cuando los árboles son pequeños y queremos que tengan un mayor desarrollo vegetativo, entonces se recomienda podarlos en plena luna nueva hasta los tres primeros días de la creciente.” Claro que si lo que queremos es el efecto contrario debemos hacerlo en plenilunio “Cuando son muy vigorosos y queremos frenar esta calidad para estimularlos a la fructificación, se recomienda podarlos en el plenilunio o luna llena, principalmente en el período intensivo aguas arriba”
Debido a ese flujo de sabia a la hora de hacer injertos hay que acertar con los días: “Los acodos aéreos y los injertos entre creciente y el plenilunio, en el período de tres días después de la creciente y tres días después de la luna llena, lo que da siete días en los que el índice de pega de los injertos es mayor”
Como si de una regla mnemotécnica se tratara, el texto nos propone “sembrar en luna creciente todas las plantas que crecen en altura y dan frutos, como tomates, berenjenas, cebada, avena, arroz, trigo, uchuvas, tomate de árbol, lulo, maíz forraje, chiles, pimentones, pepinos, alverjas, cebolla larga o en rama, fríjol, habichuelas, habas, puerros, col china y otras legumbres”
Por el contrarío deberíamos “sembrar en luna menguante todas las plantas que se desarrollan bajo tierra, como zanahorias, nabos, papas, remolacha, cebolla cabezona, ajo, arracacha, ullucos, maca, rábanos, etc.”
Así mismo recomienda que “Todas las plantas que nacen a ras de la tierra, como lechugas, acelgas, espinacas, col, etc., cuyo producto para el consumo son las hojas frescas, se deberán sembrar en la fase de luna menguante, porque cuando se plantean en luna creciente, tienden a subir a flor prematuramente, fenómeno más destacado particularmente en las lechugas (las plantas se van en vicio, argumentan los campesinos).”
A este efecto marea se apunta “El huerto guía completa” de Enrica Bofelli y Guido Sirtori (Ed. De Vecchi. Barcelona 2008): “El fenómeno de las mareas demuestra que la Luna ejerce, en relación con la Tierra, una atracción respecto a las masas que tienen una cierta cohesión, como es el caso del agua. Por consiguiente, se considera que la Luna «mueve los humores» de los organismos vivos, es decir, la sangre de los animales y la savia de los vegetales, activando su circulación a favor de las funciones biológicas.”
En ocasiones cuesta diferenciar unas causas de otras en la influencia de la luna en los cultivos. John Jeavons en “Cultivo Biointensivo de Alimentos (2002 Ecology Action, Willits, CA, USA) mezcla fuerzas de la naturaleza, gravedad, luz y magnetismo en un poti-poti de efectos: “Las semillas de germinación temprana o muy tardía, que son la mayoría de las hortalizas y las plantas aromáticas (establece Tempranas, Tardías o Muy Tardías), (…) se siembran dos días antes de la Luna Nueva, cuando empiezan a actuar las primeras fuerzas magnéticas significativas, y hasta siete días después de la Luna Nueva. La siembra de semillas de germinación tardía y el transplante definitivo a las camas se realiza con la Luna Llena y hasta siete días después. Estos dos períodos aprovechan íntegramente las fuerzas de la naturaleza y también la gravedad, la luz y el magnetismo. Al ir reduciéndose la luminosidad, se hace más lento el crecimiento foliar y es más intenso el crecimiento de raíces pues la atracción gravitacional de la luna es menor. Dicho de otra manera, cuando la luna está en creciente, estimula el crecimiento de las hojas y cuando está en menguante, estimula el crecimiento de las raíces; cuando es media luna es equilibrado entre raíces y hojas. Cuando las semillas de germinación temprana se siembran dos días antes de que las fuerzas lunares lleguen a su punto máximo, las semillas tienen tiempo de absorber agua pues la luna en ese momento ejerce una fuerza a modo de marea que ayuda a desgarrar la cubierta de la semilla.”
En el “Manual Práctico del Huerto Ecológico” La fertilidad de la tierra ediciones 2010, Mariano Bueno nos cuenta su particular manera de ver la influencia de la luna en los cultivos: “La Luna llena se asocia a la fertilidad, a los frutos y a las semillas (verano solar). El cuarto menguante se asocia a las raíces, al enraizado de las plantas trasplantadas y al laboreo de la tierra (otoño). En la fase de Luna nueva se estimula la parte follar de las plantas y no es conveniente para remover el compost o la tierra. La Luna creciente estimula el desarrollo hacia arriba de las plantas y en los últimos días antes de Luna llena, su floración (como en la primavera solar).” Y punto, ni cómo ni porqué. Bueno, quizá esto lo explique: “Todos los astros modulan energías y radiaciones diversas que bombardean incesantemente la tierra, impregnándola con sus patrones vibratorios.” Vale, bombardeo, impregnación y vibraciones, pero ¿Cuál es la razón de que no podamos mover la tierra en luna nueva? Hombre, dado la carencia de luz en ese ciclo lunar presupongo a que es debido a que si lo haces de noche te puedes dar con la azada en el pie. Está claro.
Publicaciones y calendarios Lunares
Como la variabilidad de los efectos y los trabajos del huerto son muchos en función de la posición lunar, algunos autores han aprovechado para hacer una publicación anual. Es el caso del “Calendario de agricultura biodinámica” elaborado por Maria Thun desde hace más de cincuenta años. Actualmente su hijo Matthias K. Thun firma el libro al lado de María que falleció en 2012, por lo que todo parece indicar que nos permitirá disfrutar de esta obra cincuenta años más).
En ésta publicación se nos indica, día a día, que es lo que podemos hacer en el huerto, dividiendo el calendario en “Días de Raíz, Hoja, Flor y Fruto”, para identificar los momentos propicios para el trabajo con los vegetales según su utilidad para esas cuatro calificaciones. En el calendario no justifica el porqué de los influjos de la luna, solo los dan por hecho: “Durante la luna ascendente, las savias se dirigen con más fuerza a la parte superior de la planta, que está llena de savia y fuerza. Es apropiado cortar y realizar los injertos. Aprovechando los días de fruto que se hallen en ese periodo, se puede hacer que aumente este efecto sobre las plantas de fruto, y los días de flor para las plantas de flor. La fruta recogida durante este periodo se mantiene almacenada más tiempo fresca y jugosa”
Sorprende una vez más la exactitud con la que establece que se puede y que no se puede hacer. Por ejemplo abriendo el calendario de 2009, en febrero podemos leer que el día cinco es de hoja hasta las dos de la tarde, y de fruto a partir de la tres. Supongo que de dos a tres podemos ir a comer.
La verdad es que la publicación está muy bién, se nota que hay un trabajo ahí, por ejemplo en diciembre del mismo año ofrece en sus comentarios información adicional para el horticultor:
“A principios de mes, Mercurio, Venus y Marte se encuentran ante constelaciones de agua. El 3 Marte pasa ante Leo, el 4 Mercurio ante Sagitario y en Navidad Venus va ante Sagitario. Júpiter decide ir el 30 ante la constelación de luz de Acuario y quedarse allí todo un año. A final de mes solo está Saturno ante una constelación de tierra, ante Virgo, y Neptuno ante Capricornio. Es dudoso que ambos consigan un ambiente de invierno.” La cosa no queda ahí, si consultamos (y compramos) el calendario del año siguiente en enero de 2010 en el comentario para el mes de enero: “ A principio de mes, Mercurio, Venus y Plutón se encuentran ante Sagitario; y Marte ante Leo. Son constelaciones que transmiten calor. Plutón se queda ahí todo el año (Vamos a ver, en el calendario del año pasado, en el mes anterior ¿no era Júpiter? ¡Organización!) y Mercurio es fiel a Sagitario durante todo el mes. Marte cambia el día 5 a la constelación de agua de Cancer. Desde allí y en parte en movimiento retrógado va a actuar hasta mediados de mayo. Urano lo apoya desde Piscis.“ No tengo muy claro que significa que Urano apoye a Piscis, lo que si me queda claro es que el calendario Thun prevee unas temperaturas suaves para los meses que comenta, esto és, diciembre y enero de 2009 y 2010 según las influencias cósmicas sobre la tierra. Algo debió fallar. Entre un error cósmico, y un humano, yo me inclino por el humano, pero el lector es libre de opinar. Quizás los Thun no supieron interpretar los signos que el cosmos les enviaba (nada que ver con que los astros y sus configuración astrológica influyan o no en el clima, simplemente no lo supieron leer bién) el caso es que en ese periodo hubo una ola de frío en Europa (Los Thun son alemanes) que causó la muerte a decenas de personas en el continente, Además creó problemas extendidos por toda Europa en el transporte aéreo, terrestre y marítimo, aplazamiento de eventos deportivos y daños en la agricultura entre otros más. En Dinamarca (Thisted) hubo un récord de 83 cm de nieve acumulada el día 6 de enero de 2010. En Noruega la mínima se situó en -45,6 °C.
(http://es.wikipedia.org/wiki/Ola_de_fr%C3%ADo_en_Europa_2009-10), (http://internacional.elpais.com/internacional/2012/01/31/actualidad/1328025895_052189.html) y (http://www.abc.es/20120209/internacional/abci-frio-europa-201202091134.html)
Pero a lo mejor es que no estamos preparados para entenderlo si no seguimos los preceptos biodinamicos. Esto es lo que parece expresar Marie-Luise Kreuter en su libro “Jardin y Huerto Biologicos” (Ediciones Mundi-Prensa, 2005): “Hay, además, dos tesis doctorales que tratan sobre la influencia de las constelaciones estelares en el crecimiento de las plantas (Abele, Universidad GieBen, 1973 y Graf, TH Zürich, 1977). Tratan de las series de experimentos de Maria Thun, por partes. Un resultado de gran importancia de estos trabajos es la constatación de que el influjo cósmico de las constelaciones sólo se manifiesta en suelos cuidados según una dinámica biológica o suelos orgánico-biológicos. Los jardines trabajados convencionalmente no suelen reaccionar a este tipo de impulsos.” Es decir, en esa ola de frío, si tu huerto era biodinámico, no se congeló. Está claro.
Otro fan de Maria Thun resulta ser Mariano Bueno, que en su “Manual Práctico del Huerto Ecológico” se declara incondicional: “Todos los astros modulan energías y radiaciones diversas que bombardean incesantemente la tierra, impregnándola con sus patrones vibratorios. Maria Thun, siguiendo indicaciones de Rudolf Steiner invitando a desarrollar la capacidad de observación, ha dedicado su vida a investigar estas influencias. Ella dice que cuando removemos la tierra se produce una especie de fotografía estelar. Quedando grabado el patrón vibratorio de ese preciso momento; es como si expusiéramos a la luz un papel fotográfico, impregnado de sustancias químicas fotosensibles. Esa fotografía cósmica que se produce en un determinado lugar, con la información astral de un momento preciso, impregna las moléculas de la tierra removida -que han sido expuestas a las radiaciones solares y cósmicas—, lo que hará que esa tierra vibre y tenga resonancias especificas que estimulen determinados órganos vegetales y siga manteniendo como prioritaria esa precisa información, hasta el momento en que volvamos a removerla mediante una labor concreta.” He leído el párrafo tres veces, y a pesar de toda mi formación, no lo he entendido. Agradecería que algún lector avezado me lo aclarase en los comentarios. En cualquier caso Mariano Bueno te da la solución, si no quieres complicarte entendiéndolo compra cada año el calendario Maria Thun: “Quizá lo que más desalienta a quienes se inician en las prácticas agrícolas, sea la dificultad para conocer lo suficiente estas fuerzas cósmicas y sus influencias específicas sobre cada planta —o incluso sobre cada ciclo vegetativo—: así como las múltiples sinergias e imbricaciones posibles que se pueden dar en cada momento. Y es que son tantas las variables que entran en juego continuamente, que se crea una especie de quiniela cósmica en la que no resulta fácil un acierto pleno. Pero en realidad, para aplicar los conocimientos de las influencias lunares, no es preciso ser demasiado purista ni un buen astrofísico: ni tampoco un renombrado astrólogo. Basta conocer los principios elementales y disponer de un buen calendario lunar o biodinámico. De hecho, esta información puede ampliarse a través del Calendario de Agricultura Biodinámica de Maria Thun, que publica cada año la editorial Rudolf Steiner, en donde se resumen las bases y las conclusiones de los múltiples y variados experimentos que se realizan anualmente observando la evolución de las plantas en relación con las prácticas agrícolas y el Cosmos.” Es decir, no hace falta que lo entiendas, ni que sepas el porqué, tu compra la guía (cada año) y sigue las instrucciones. Está claro.
En una muestra de generosidad, Mariano Bueno nos recomienda, en el mismo libro, una guía lunera alternativa: “Desde 1998 también podernos hallar en las librerias el Calendario Lunar de M. Gros y N. Vermot-Desroches, traducido del francés y editado en castellano por Artús Porta.”
Siguiendo la recomendación nos compramos “Lunario 2013, Calendario lunar para el huerto y el jardín ecológico” de Michel Gros. Esta es una publicación también veterana, va para 35 años, y en ella el autor nos habla de la luna, los signos y las constelaciones del Zodiaco, y en un afan globalizador y multicultural y por no excluir a nadie, nos habla de las estaciones chinas. A lo largo de sus 115 páginas desgrana influencias y consecuencias lunares en todos y cada uno de los aspectos de la agricultura, desde la siembra, al momento lunar propicio para la preparación del compost. Pero el autor no se queda ahí y quiere que aproveches la inversión anual realizada en su publicación y te da indicaciones de los días favorables lunarios y planetarios para cortarte el pelo, depilarte, eliminar verrugas o cortarte las uñas. Por cierto incluye un apartado con fechas recomendadas para intervenciones quirúrgicas. Por ejemplo “Es aconsejable evitar las intervenciones quirúrgicas sobre una parte del cuerpo cuando la luna pasa sobre el signo que corresponde sobre dicha parte” Por ejemplo si la luna pasa ante la constelación de Leo es aconsejable evitar intervenciones de: corazon, aorta, plexo solar vértebras dorsales y médula espinal. No sé que opinarán en la Seguridad Social.
Por lo demás Michel Gros repite argumentos anteriores y da pocas explicaciones de las razones por las que la luna y los astros tienen el efecto que expone. Normalmente arguye unos experimentos que no referencia y ahí queda: “Cuando la Luna está más cerca de la Tierra se halla en el perigeo y cuando está más alejada se halla en el apogeo (…). La acción de la Luna sobre los vegetales aumenta con su proximidad a la Tierra. Los efectos de la Luna son pues más fuertes alrededor de la época del perigeo. Es aconsejable evitar trabajar la tierra y las plantas el mismo día del perigeo(…).Todas las experiencias demuestran que cuando la Luna pasa por los nodos o por el perigeo se produce una perturbación. Son momentos negativos para trabajar la tierra, sembrar y cosechar.” Disculpen que no entre a analizar la influencia de signos astrales y constelaciones sobre los cultivos, simplemente no me veo capacitado para entender argumentos como el siguiente: “Los signos actúan sobre la materia a través de las cuatro cualidades fundamentales: sequedad, humedad, frío y calor. Cuando éstas se conjugan se obtienen los cuatro elementos que componen la materia: sequedad + calor = fuego; calor + humedad= aire; humedad + frío= agua; frío + sequedad =tierra. El calor favorece el metabolismo en general. El frío frena las transformaciones metabólicas. La sequedad concentra la savia y ayuda a resistir la humedad exterior. La humedad ayuda a repartir los principios nutritivos por toda la planta.” El texto expone unas consecuencias determinadas en función de la posición de las constelaciones. No explica el porqué, ni como se asigna unas constelaciones a determinadas propiedades, si quieres te lo crees y si no, no. Es lo que hay. Está claro.
Por cierto si tienes chimenea en casa no olvides esta recomendación del señor Gros: “Para que la chimenea tenga un mejor tiraje encender el hogar por primera vez en otoño cuando la Luna sea ascendente, en una fecha «frutos» si es posible, y con la Luna entre llena y cuarto menguante. Deshollinar cuando la Luna se encuentre entre luna nueva y cuarto creciente, y si es posible ante la constelación de Piscis o Virgo.”
Internet es, como no, una fuente inagotable de comentarios y experiencias lunares en los cultivos, algunos juran por lo más sagrado y otros comentan en tono jocoso sobre el tema, los comentarios en blogs y foros es lo que tienen. Recojo dos que me han parecido reseñables de Homo agrícola, uno de mis blogs favoritos (http://elhocino-adra.blogspot.com.es): Un productor anónimo del sur de España comentó. “La luna llena influye y mucho en los rendimientos de las plantas(…). Hace dos años tuve tomates y cuando estaban a 1 euro, cada vez que había luna llena y había un poco de luz por la noche entraban y me daban un buen sabaneo. El tomate era de ramo y me quitaban los 4 primeros, en cada noche de luna llena se llevaban cerca de mil kilos. Para que después digan que la luna llena no influye en los invernaderos de Almeria.” En el mismo blog, en los comentarios de otra entrada, Gerónimo comenta: “Claro que influye la luna, en tomates cuando hay luna llena se nota, crecen mas los tallos y la mata sigue su ciclo de crecimiento.” A lo que el gran Viñalarga responde: “Los tomates no crecen ni los días nublados con que con luna ya me dirás. Lo que pasa es que cuando tú ves la luna llena es porque de día ha estado despejado y con mucha radiación solar, y eso se nota al día siguiente”
En el mismo post Laredo concluye : “por cierto lo de la luna me quedo con una frase de un sabio DICEN QUE LAS BERENJENAS LAS NOCHES DE LUNA LLENA AULLAN” No creo que sea necesario invocar a la Ley de Poe para ver la intención de la frase.
Volviendo a los libros, he realizado otras búsquedas en otros autores de mi biblioteca donde cabía la posibilidad de alguna mención, pero ni en “Fitotecnia. Bases y tecnologías de la producción agraria” F. J. Villalobos et al., Mundi-Prensa 2009; ni en “El cultivo industrial de plantas en maceta” R. Jimenez y M. Caballero, Ed de horticultura 1990; ni en “Elementos de horticultura general” J.V. Maroto, Mundi-Prensa 1999 he encontrado nada. En la “Horticultura herbácea especial” de J.V. Maroto, Mundi-Prensa 1995, no se hace ninguna mención para ninguno de los cultivos desarrollados (incluidos los ajos y las cebollas). En “Tratado de fitotecnia general” (P. Urbano Mundi-Prensa 1995) si se hace una pequeña mención, titula el epígrafe como “Posible influencia de las fases lunares en el desarrollo vegetal” y se hace mención específica a la acción sobre las mareas y al efecto luminoso. Al primero no lo señala como importante, y al segundo le otorga una posible influencia en la floración prematura en plantas de día largo. En el próximo punto veremos que se quiere decir con eso.
“Labrador lunero no llena el granero”
Una vez sabemos cuales son las influencias de la luna según diferentes autores, vamos a analizarlas para saber si esos autores están en lo cierto o no.
Podemos afirmar que la luna, según la posición que ocupa a lo largo del día y del año, ejerce una atracción gradual que se manifiesta sobre todos los materiales de la tierra, pero que se hace más patente en los líquidos por las características de éstos. Ahora bien, ¿es esa influencia suficiente para afectar al proceso productivo de un cultivo?
También podemos afirmar que la luna nos proporciona condiciones de luz diferentes a lo largo de su ciclo en función de su porcentaje de exposición al sol visto desde la Tierra. Pero, ¿son las plantas del huerto capaces de tener en cuenta esas variaciones y traducirlas en cambios sustanciales?
Vamos a verlo.
Para empezar vamos a conocer los efectos de la luz sobre los cultivos. Son tres: fotosíntesis, fototropismo y fotoperiodismo. Lo siento pero ahora viene el rollo.
Fotosíntesis
La luz permite realizar la fotosíntesis. Las plantas convierten la materia inorgánica en materia orgánica. Son capaces de absorber elementos simples como el carbono, el nitrógeno, el fósforo y el potasio y convertirlos en aminoácidos y proteínas. Este proceso se denomina fotosíntesis y para ello es básica la luz. Ahora bien, ¿qué cantidad de luz mínima es necesaria para realizar la fotosíntesis?
La fotosíntesis (Pn) es proporcional a la intensidad de la luz (I [W/m2]), a más luz más fotosíntesis hasta llegar a un punto de saturación donde ya no crece. Cuando la intensidad de luz es 0 no hay fotosíntesis, y a medida que la luz va en aumento llega a un punto denominado “punto de compensación de la luz” (en este punto, el consumo de oxígeno de la planta debido a la respiración celular es igual al oxígeno producido por la fotosíntesis), cuando la planta produce lo mismo que consume, decimos que la fotosíntesis neta es cero (Pn=0). A partir de ese punto de iluminación podemos establecer que hay crecimiento de la planta y decimos que la fotosíntesis neta es positiva. La fotosíntesis neta va creciendo a medida que aumenta la iluminación hasta que llega un punto máximo. Pues bien, la fotosíntesis neta máxima varía de unas plantas a otras, pero en los tramos iniciales es relativamente constante a todas las especies cultivadas, por lo que podemos determinar que la intensidad en el “punto de compensación de la luz” es de unos 80 W/m2 según “Fitotecnia. Bases y tecnologías de la producción agraria” F. J. Villalobos et al., Mundi-Prensa 2009 (de 40 a 60 W/m2 en http://www.tomatosphere.org/teacher-resources/teachers-guide/grades-8-10/plants-and-light.cfm).
Por otro lado, en “El cultivo industrial de plantas en maceta” R. Jimenez y M. Caballero, Ed de horticultura, 1990, se establece una relación de mediciones de radiación en 1 lux = 0.066 W/m2 para longitudes de onda aprovechables para las plantas (130.000 – 150.000 lux equivalen a 900 – 1000 W/m2 de radiación máxima en un día soleado de verano en nuestras latitudes. La longitud de onda es una de las características por las que diferenciamos una ondas de otras, y la luz es considerada un tipo de onda). Por otro lado sabemos según distintas fuentes que el nivel de iluminación o iluminancia de la luna llena en una noche despejada es de 0,25 lux, y como muchísimo puede llegar a 1 lux en luna llena a gran altitud en latitudes tropicales (http://es.wikipedia.org/wiki/Lux). Datos parecidos encontramos también en http://en.wikipedia.org/wiki/Moonlight, donde se afirma que “La luna llena es aproximadamente 500.000 veces más débil que el sol” (400.000 veces más débil que la luz solar directa según http://science1.nasa.gov/science-news/science-at-nasa/2006/28sep_strangemoonlight). Este último dato nos permite acabar de cuadrar la aproximación, ya que si sabemos que en un día soleado de verano en nuestras latitudes, como hemos señalado anteriormente tenemos unos 130.000 – 150.000 lux ó 900 – 1000 W/m2 de radiación máxima (100.000 lux según http://es.wikipedia.org/wiki/Lux, 975 W/m2 según “Fitotecnia. Bases y tecnologías de la producción agraria” F. J. Villalobos et al., Mundi-Prensa 2009) reduciéndolo unas 500.000 veces dan entre 0,25 y 0,3 lux, por lo que los datos parecen correctos entre las diferentes fuentes.
Por lo tanto, y volviendo al anterior punto en el que determinábamos que para que haya crecimiento en las plantas cultivadas necesitamos entre 40 y 80 W/m2 de radiación lumínica y que una noche de luna llena ofrece 0,25 lux (1 lux en las mejores condiciones) que equivalen a 0,0165 W/m2 (0.066 W/m2 en las mejores condiciones), podemos decir que las plantas, las noches de luna llena, no crecen una castaña. Dicho de otro modo, si las plantas sólo recibieran luz de luna llena, morirían.
Fototropismo
El fototropismo se conoce por ser el efecto que hace que las plantas crezcan hacia la luz que reciben. Decimos que, de una planta, el tallo tiene fototropismo positivo y las raíces fototropismo negativo por crecer en dirección contraria a la luz. No hay ninguna influencia en la luz de luna para este efecto ya que la luz de luna y la del sol provienen ambas de la misma dirección.
Fotoperiodismo
Las plantas se comportan de una manera u otra en función de si el día tiene tendencia a alargarse o a acortarse; a esa respuesta lo llamamos fotoperiodismo. En función de lo largo que sea el día, el fotoperiodismo, puede influir en la germinación de semillas, la brotación de tubérculos y bulbos y en la inducción a la floración (cuando una planta inicia todo el proceso para florecer). Gracias a este mecanismo (junto a otros como la temperatura), las plantas detectan si se cumplen las condiciones necesarias para germinar, brotar o florecer con seguridad, interpretando cuantas horas de luz hay en esa época del año (para no equivocase de condiciones y florecer en pleno diciembre y que se congelen las flores, por ejemplo).
En función de su respuesta al fotoperiodo las plantas se clasifican en:
Plantas de día corto. Son plantas que proceden de la zona ecuatorial, tropical y subtropical en donde la duración del día es de 10 a 13 horas a lo largo del año. Para florecer en nuestras latitudes este tipo de plantas necesitan “notar” que el día se va acortando (después del 21 de junio en el hemisferio norte), lo que ocurre durante el verano y el otoño. Los cultivos originales de maíz, sorgo, arroz, judía, soja, tabaco, algodón, mijo, etc. lo son. Actualmente las variedades de estos cultivos ya están adaptadas a nuestras zonas de cultivo y son plantas indiferentes, pero muchos hortelanos tendrán en sus huertos plantados crisantemos y podrán observar que sólo florecen a medida que los días se van haciendo más cortos.
Plantas de día largo. Son plantas que proceden de latitudes más frías y como consecuencia de ello han desarrollado la capacidad de florecer cuando el día se alarga para proteger sus flores y frutos jóvenes del frío hibernal. Son plantas de día largo todos los cereales de invierno (trigo, cebada, centeno y avena) casi todas las leguminosas de la zona templada (garbanzo, lenteja, habas, guisante), la zanahoria, la espinaca y el girasol.
Plantas Indiferentes. En este caso la floración no depende del fotoperiodo, algunos ejemplos son berenjenas, tomates, pimientos y cucurbitáceas.
No está claro en muchas ocasiones que un tipo de especie de vegetal pertenezca a una clasificación u otra, incluso se dan casos de variedades pertenecientes a las tres clasificaciones, como por ejemplo la cebolla, en que podemos encontrar variedades de día largo, corto e indiferente.
Pero, ¿Cómo saben las plantas que el día se alarga o se acorta? El responsable de esto es el Fitocromo.
En las hojas de las plantas está presente un pigmento llamado fitocromo. Es un pigmento sensible a determinadas radiaciones del espectro lumínico (conjunto de las diferentes longitudes de onda [l] de las que se compone la luz) y es el responsable de dar la orden de iniciar o no, el proceso de inducción floral, es decir de dar la orden de florecer a una planta. De hecho, es un pigmento con dos estados, la forma Pr (estado RED), sensible a la radiación roja del espectro lumínico (longitud de onda l= 0,66 m), y el Pfr (estado FAR RED) sensible a la radiación roja lejana en el límite del rojo y del infrarrojo del espectro lumínico (longitud de onda l= 0,66 m).
Ambos estados del pigmento funcionan como una balanza. Cuando el estado FAR RED se acumula demasiado es cuando se inicia la floración en las plantas de día largo, y cuando tiene un nivel bajo florecen las de día corto.
El estado RED es el estado base. Cuando los fitocromos de las hojas reciben radiación roja (R) del espectro de la luz solar (longitud de onda R [l= 0,66 m]) van pasando fitocromos del estado RED a estado FAR RED. En cambio el estado RED se genera con la radiación entre rojo e infrarrojo (longitud de onda FR [l= 0,73 m]), al recibirla, los fitocromos FAR RED pasan a RED.
El espectro de la luz del sol tiene un balance positivo para la radiación R respecto a la FR (R/FR=1,19) por eso durante el día el fitocromo FAR RED se acumula. (Smith, H. “Light Quality, Photoperception, and Plant Strategy” Annual Review of Plant Physiology Vol. 33: 481-518, 1982: “Así la luz del día, independientemente del tiempo del año y de las condiciones meteorológicas, es notablemente constante, con un promedio de R/FR de 1,15 ± 0.02 SE”)
Al atardecer y al caer la noche, por la caída de la cantidad (fluencia) y calidad de la luz (variación del espectro lumínico), los FAR RED se van convirtiendo en RED. Si la noche es suficientemente corta, quedarán FAR RED como para decir ¡eh, tú!, planta de día largo, ha llegado tu momento, puedes florecer, y la planta va y florece. En cambio si las noches son largas, el RED gana al FAR RED, y no le permite dar la orden de florecer. El efecto contrario se produce para las plantas de día corto.
Vale, muy bien, pero… ¿Esto qué tiene que ver con la luna?
El espectro lumínico del crepúsculo y de la luz de luna es diferente del de la luz diurna del sol. La luz de luna es reflejo de la del sol, pero no es igual en calidad, al ser parcialmente reflejada por la luna, la luz cambia su composición, de la misma manera que la luz de la puesta de sol cambia su composición al atravesar una mayor sección de partículas de la atmósfera. Se puede observar la diferencia en el cuadro 1.
Uno de los indicadores de la calidad de la luz y su relación con el fitocromo es el ratio entre la radiación roja (R) del espectro (longitud de onda R [l= 0,66 m]) y la radiación entre rojo e infrarrojo (longitud de onda FR [l= 0,73 m]). La relación R/FR es diferente para la luz del sol, la puesta de sol y la luz de la luna. En el cuadro 2 (Smith, H., 1982) vemos la cantidad de radiación que llega a la tierra y su relación R/FR para esos tres momentos del día.
Cuadro 2.
Erwin Bünning fue un biólogo alemán; en su estudio “Interference of Moonlight with the Photoperiodic Measurement of Time by Plants, and their Adaptive Reaction “ (http://www.pnas.org/content/62/4/1018.full.pdf+html) de 1968 demostró que la luz de la luna tiene capacidad para modificar el fotoperiodo de las plantas.
Del libro “Light and Plant Responses: A Study of Plant Photophysiology and the Natural Environment.” T. Attridge. Cambridge University Press, 1990, extraemos este texto: “En el ensayo de dos plantas de día largo, Hordeum distichon (centeno) y Triticum vulgare (trigo), se expusieron a luz de la luna a lo largo del período de 8 semanas de desarrollo, la floración de estas plantas se avanzó 2 a 3 días en comparación con el de las plantas de control, que estaban cubiertas por un paño negro por la noche. En la investigación de plantas de día corto, se encontró que la floración en Pharbitis hispida (Campanilla morada) y Soja hispida (soja) podría retrasarse por la exposición a luz de la luna de 3 a 3,5 días. [If at night-time the long day plant Hordeum distichon and Triticum vulgare were exposed to moonlight filtered through glass throughout the 8-week period of development, the flowering of these plants was advanced by 2 to 3 days compared with that of control plants, which were covered by a black cloth at night. Of the SDP investigated, it was found that flowering in Pharbitis hispida and Soja hispida could be delayed by exposure to moonlight by 3 to 3.5 days.]”
No está del todo claro como es el funcionamiento del proceso o por lo menos yo no he sabido encontrar la información necesaria (si hay algún fisiólogo en la sala que tenga más información que nos haga un comentario). Al parecer, según las predicciones teóricas (de las dicotiledóneas al menos), el fitocromo se comportaría como se muestra en la Cuadro 3 (T. Attridge, 1990). El nivel de (a) representa el nivel Pfr con la luz del día que cae rápidamente (b) con la puesta de sol (SR) debido al bajo equilibrio R/FR del atardecer, y posiblemente también por la caída de la cantidad de luz. Llegado a ese punto, el nivel de Pfr depende entonces de la fase de la luna y de la cubierta de nubes. En una noche sin luna o nublada el nivel de Pfr continuaría revertiendo (c) hasta que llega a un nivel bajo. En cambio, en una noche clara de luna llena, a pesar de tener un equilibrio R/FR parecido al del atardecer, quizás por una cuestión de tiempo en las mismas condiciones lumínicas (las transiciones luz/oscuridad entendidos como cambio en la fluencia de luz son también importantes para los vegetales) puede haber suficiente energía en la luz de la luna para hacer crecer el Pfr que queda después de la puesta del sol a cerca de recuperar el nivel de Pfr que se encuentra en la luz del día (e). La caída (f) se debe a la baja de R/FR experimentada temprano durante el amanecer (SS), posiblemente por el cambio (de nuevo) de las condiciones lumínicas.
Estos ensayos nos permiten afirmar que en la medida proporcional a su intensidad, la luz de luna tiene capacidad para generar cambios en el fitocromo de algunas plantas aumentando el nivel de fitocromo RED. La luz de luna tiene capacidad para avanzar la floración de plantas de día largo y retrasarla en plantas de día corto. Este matiz es importante, porque la luz de la luna solo afectaría a aquellas plantas que entran dentro de esta clasificación, nunca a las indiferentes a la duración del día.
Hasta ahora hemos visto que el fotoperiodo es una categoría de influencia de la luz sobre los vegetales, y que la luna tiene capacidad de influir en este fenómeno sobre algunos tipos de plantas. Pero a nosotros las plantas que nos importan son las cultivadas en nuestros huertos. Por tanto, ¿la luna tiene algún tipo de influencia en el fotoperiodo de las plantas cultivadas? Pues sí, en aquellas plantas de día largo o corto puede avanzar o retrasar su floración pero, ¿en qué medida es esto importante? Como hemos visto la capacidad de influencia en los ensayos ha sido la de avanzar unos días (pocos) la floración en algunos vegetales, por lo tanto ¿es eso importante agronómicamente hablando? Si una planta ha de florecer, ¿qué importa que lo haga tres días antes? Y sobre todo ¿podremos evitarlo sembrando una semilla en una determinada fase de la luna?
Cuando una planta de nuestro huerto florece de forma precipitada antes de acabar su ciclo de cultivo (nos puede pasar con una col, una coliflor, o una lechuga), debemos relacionar la causa con que el momento de plantación de esa variedad no era el que le correspondía. Esa variedad está seleccionada para plantarla en un momento del año determinado y nosotros lo hemos hecho en otro, por lo que no ha podido alcanzar su madurez antes de florecer. No tiene nada que ver con la luna que había en el momento en la que se sembró. El hecho de que haya luna llena en un momento determinado de su ciclo de cultivo puede provocar que ese problema se adelante o se atrase unos días, no con que no se presente. Debemos recordar también que la inducción floral no es consecuencia únicamente de la duración del día, sino que uno de los factores más importantes es la temperatura, principal causa de subida a flor en la lechuga, por ejemplo.
En cualquier caso, actualmente, la mayor parte de las plantas cultivadas están completamente adaptadas a las zonas donde se cultivan. La mejora vegetal que los agricultores han hecho durante años han producido variedades adaptadas al fotoperiodo existente en cada época de siembra, por eso casi todas las plantas cultivadas son plantas indiferentes a la longitud del día y por lo tanto la influencia de la luna no representa ninguna injerencia en su ciclo de cultivo.
Una vez analizados los efectos de la luz sobre los cultivos y el de la luz de luna en particular, vamos a analizar el conocido como “efecto marea” de la luna sobre los cultivos.
La luna ejerce una atracción sobre la tierra tal y como se define en la Ley de Gravitación Universal (y la tierra sobre la luna). El resultado que esa atracción produce en los fluidos de la tierra se hace patente en los océanos. Si imaginamos la tierra como una esfera rodeada de agua, la atracción de la luna produce un efecto en el agua que visto desde el espacio podría parecer como el corte longitudinal de un huevo duro, donde la tierra sólida sería la yema y la clara el agua que está sobre la tierra y que se ve “estirada” por los extremos formando una elipse en la dirección en que se alinea con la luna.
El efecto marea tal y como se nos exponía por los autores que defienden el efecto de la luna en los cultivos, proponía, entre otras cosas, que durante el creciente y su máxima expresión en la luna llena, los fluidos de las plantas tenían tendencia a subir verticalmente por la planta debido a la correlación con las mareas. Al contrario para menguante, cuando la sabia tiende hacia las raíces.
Bien pues resulta que la luna da una vuelta a la tierra cada 27.3 días (periodo sidéreo), sin embargo el ciclo de las fases de la luna se repite con un periodo de 29.5 días, es el tiempo que tarda la luna en completar todas sus fases y volver al punto inicial con respecto al sol (periodo sinódico).
Este “desajuste” entre períodos hace que solo una vez al año coincida el punto de acercamiento máximo de la luna a la tierra (momento de máxima atracción de la luna a la tierra) con la luna llena, el resto de ese casi año se dan todo el resto de situaciones posibles, incluso la más alejada para la luna llena.
Se da la situación que las mareas no dependen únicamente de la luna, sino que el sol también tiene su porcentaje de atracción sobre la tierra (y sus fluidos) de manera que cuando se alinean tierra, luna y sol (para la luna nueva y la luna llena) la atracción de la luna y del sol se suman produciendo la máxima atracción posible (mareas vivas).
Además, dentro de un mismo periodo de 24 horas se producen dos mareas (es el tiempo que necesita la tierra para girar sobre sí misma, por lo que un punto fijo en la tierra sufre dos veces la elipse que la atracción de la luna genera en los fluidos de la tierra. Si en nuestro medio huevo duro pintamos un punto con un rotulador en cualquier sitio del margen de la yema y hacemos girar la yema sin mover la clara veremos que en una vuelta completa ese punto pasa dos veces por donde la clara es más estrecha (marea baja) y dos veces por donde la clara es más ancha (marea alta).
Resumiendo, resulta que en un mismo día tenemos dos veces “efecto marea sobre las plantas”. Tenemos subida de sabia a los tallos (marea alta) y a las raíces (marea baja) en 24 horas. Además hay puntos álgidos de efectos marea debidos a la luna que no coinciden con la luna llena (de hecho se dan con todos los estados de la luna) y encima cuando el efecto es mayor es debido al Sol (jo!, que fallo) y coincide con las fases de luna llena y luna nueva.
Vale, hemos demostrado que no tiene mucho sentido hacer una analogía entre el ritmo de las mareas y el comportamiento vegetal planteado en la biografía lunera, aún así alguien podría preguntarse si en los estadios de luna llena y luna nueva, cuando la atracción del sol se suma a la de la luna y se produce una atracción mayor sobre los fluidos de la tierra, no cabría esperar una subida de sabia hacia los tallos (dos veces en un día) alternada con dos bajadas de sabia a las raíces, y si eso tuviese o no una influencia sobre los vegetales (o sobre la germinación de una semilla). Pues bien dejando de lado el hecho de que los vegetales han evolucionado durante milenios sometidos a ese efecto y al que deberían estar más que acostumbrados para que no les afecte en su ciclo productivo, se da la circunstancia de que la atracción que se produce es directamente proporcional con la masa. Los que vivan en Europa y hayan podido disfrutar de un día completo en una playa bañada por el Océano Atlántico y otro día en el Mar Mediterráneo saben de lo que les hablo. Y es que las mareas en el Atlántico son potentes y palpables, mientras que en el Mediterráneo son casi imperceptibles, Esto tiene que ver con la masa de las dos acumulaciones de agua. Al ser pequeña la masa de agua Mediterránea (3.735.000 km3 http://es.wikipedia.org/wiki/Mar_mediterraneo) al lado de la Atlántica 354.700 000 km³ http://es.wikipedia.org/wiki/Oc%C3%A9ano_Atl%C3%A1ntico), la atracción apenas se deja ver. Pues bien si el Atlántico es unas cien veces más grande que el Mediterráneo hagamos el ejercicio mental de comparar el agua del Mar Mediterráneo con la que tiene una lechuga. Es evidente que sale perdiendo la lechuga. El efecto de atracción de la luna y el sol sobre la masa de agua de cualquier vegetal es imperceptible ya que su masa es despreciable.
“Planta bien y no mires con quién”
Conclusiones:
Si has llegado hasta este punto leyendo todo el artículo enhorabuena por la paciencia y espero que te haya resultado interesante. Si por lo contrario has preferido saltar hasta este punto vuelve a la casilla de salida… (Sonrisa, guiño, guiño).
La luna tiene capacidad para influir adelantando o retrasando unos pocos días la floración de algunas variedades de vegetales. A pesar de ello, no tiene ninguna influencia sobre las especies cultivadas en nuestros huertos ya que nuestras variedades están perfectamente adaptadas a su época de cultivo. Si a pesar de ello utilizamos una variedad de día largo o corto que no toca para ese momento, la luna no tendrá mayor capacidad que influir sobre su floración adelantándola o retrasándola unos días, pero no evitaremos una floración indeseada dependiendo de la fase de la luna en que plantemos.
Ninguna otra influencia cabe esperar de la luna sobre las plantas cultivadas en nuestros huertos. Por el hecho de que haya luna llena nuestras plantas no crecerán más. Tampoco influye sobre ninguna de las tareas habituales que realizamos en huerto. Podemos arar, plantar, transplantar, cosechar, injertar y podar cuando nos apetezca dentro de las épocas habituales para esas tareas. De todas maneras, recordad que a pesar de todo lo escrito y demostrado, algunos dicen que las berenjenas, las noches de luna llena, aúllan. AUUUUUUU!!!
Àngel Villarino
CEO & PA Fitoralia